miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un amor de dolor, un amor irreal, un amor que parece nunca empezar.
Él, alto y moreno, unos ojos que parecieran llorar cual nube en diluvio. Ella, delicada y risueña como estrella que tintinea en el cielo, lo miraba distante de la esquina contraria. Sus miradas se cruzaron y un silencio se apodero de aquella sala. Todos los presentes pudieron percibir el amor y el odio que entre esas dos almas impuras se había formado, más bien, había vuelto a nacer.
Mil años sin verse, sin cruzar palabra alguna y más aun sin rozar sus cuerpos, uno tan tibio como fuego recién hecho, mientras ella se congelaba en silencio.
Aquellas almas nunca se debieron haber juntado, ni mucho menos amado, sus costumbres eran distintas, su historia inigualable, lo único igual entre aquellos dos seres extraños era su naturaleza peligrosa a ojos de lo normal.
De un momento a otro una campana rompió aquel extraño momento...

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