domingo, 26 de agosto de 2012

versatilidad del corazón


Aún recuerdo tus preámbulos en aquel cadencioso paisaje. Quién pensaría que frente a tu abrupta mirada clavada en mis pensamientos, tan normal que ya es costumbre, sentiría inerme el espíritu.

Con que sagacidad de zorro salen las palabras de tu boca. Las horas pasan y el sol antes radiante en el límite de aquello sin final, comienza a bajar acompañado de un insólito suspiro. Las hojas exhaustas caen pusilánimes donde aquel suspiro las quiera dejar, escuchando un sollozo, escapando en todo su apogeo una discordante gota de sentimientos que rueda por mi mejilla.

Él, tan adusto como siempre, lanza una utópica frase con sus ojos, con su voz: “seamos realistas, soñemos lo imposible”. Una minuciosa suposición me hace pensar que ha perdido el norte; con aquella senil mueca pomposa de tanto querer decir, ya no parece boyante, su semblante ha cambiado.  Es cuando, con la autoridad que no tengo, afirmo de forma venal mi sentir.

Asoman las estrellas titilantes, todo ha transmutado, divergir ya no es lo esencial, el paisaje ahora es jaspeado y su boca ya no expresa con destreza, es una trivial más entre tantas hipócritas.

El veredicto es claro y lo fue siempre, no lo quise asumir, pero de la cumbre su llegada es clara aún cuando me refugió en el silencio.

Ya no tengo para que bruñir el corazón, nada es permanente, todo es versátil.

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